Naranjos, limoneros, quinotos, cerezos..., son muchas las opciones que, cultivadas en vistosas macetas de gran tamaño, embellecen y perfuman los jardines, terrazas y entradas al hogar o edificios.
Algo imprescindible es cultivarlo con buena tierra, que esté bien abonada, fundamental para el crecimiento óptimo de los frutos.
En verano, lo mejor son los productos a base de nitrógeno; mientras que en los meses de frío lo mejor será elegir abonos ricos en microelementos como el hierro, magnesio, zinc y potasio.
Los árboles frutales requieren riego abundante menos en invierno, cuando la frecuencia pasa a moderada.
También es bueno rociar los arbolitos seguidamente, además de pulverizarlos con aceite emulsionado para prevenir plagas.
Estas especies no toleran las heladas: cuando las temperaturas desciendan, se debe optar por moverlos a un lugar más protegido o cubrirlos (ver entradas antiguas de protección de invierno).
Es vital ubicar estos árboles en lugares donde puedan recibir abundante luz; y hacerles una poda para mantener la forma de las plantas cuando haga falta, cortando los brotes nuevos al comenzar la primavera para que resulten más abundantes.